Notas sobre El paraíso en la otra esquina de Vargas Llosa

Nada como leer a un escritor para descubrir otro. Mejor dicho, nada como leer un libro que te permite descubrir o entender mejor otro libro, o que te hace repensar tus lecturas. Así me pasó leyendo Formas breves de Ricardo Piglia; un libro sobre muchos libros, sobre la literatura en general y el oficio de escribir.

El paraíso en la otra esquina narra dos historias paralelas: la de Flora Tristán y la de Paul Gauguin. ¿Qué une ambos hilos narrativos? ¿Están acaso unidas únicamente por el parentesco entre los personajes? ¿Flora abuela, Paul nieto? Más allá de tal contingencia histórica, ambos personajes están unidos por esa convicción invencible que guió sus vidas en la persecución denodada de su “paraíso”: el arte por encima de todo para Gauguin, la justicia social y la reivindicación femenina para Flora Tristán. Nada pudo detenerlos en su empresa excepto la muerte.

Al artista se lo conoce por su estilo. Al pintor por su pincelada. Sin embargo, no recordaba haber visto el uso del vocativo usado sistemáticamente como técnica literaria en las demás obras de Vargas Llosa. “¿Te acordabas, Florita? ‘¿Es aquí el Paraíso?’ ‘No, señorita, en la otra esquina’”(p. 19). El narrador llama, invoca, cuestiona, interpela directamente a los personajes principales por su nombre o algún apodo: “Flora”, “Florita”, “Andaluza”, “Paul”, “Koke”. El vocativo usado en conjunto con la segunda persona resalta el efecto. No sólo llama a sus personajes, sino que les habla como si escribiera para ellos, como si ellos fueran sus lectores, como si les hablara al oído: “Tu primer encuentro con una realidad que contradecía tus sueños, Koke” (p. 37).

Heráclito nos legó la metáfora del río del tiempo en su ineluctable devenir. Tal metáfora captura la metafísica del tiempo, mas no su fenomenología. El tiempo vivido y el tiempo narrado no siguen esta lógica. Vargas Llosa lo aprendió leyendo a Faulkner. Del presente se salta al pasado, y de éste al futuro. Los tiempos se mezclan, se confunden, se sobreponen. El presente es relativo al párrafo. En los capítulos VII y IX, la narración oscila entre los viajes de Flora por el este de Francia y su visita al Perú. Un párrafo aquí, otro allá; un párrafo en el pasado, otro en el futuro. El salto temporal y geográfico es tan grande, pero la técnica tan sutil que el lector apenas lo advierte.

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2 respuestas a Notas sobre El paraíso en la otra esquina de Vargas Llosa

  1. antinorest dijo:

    Interesante. Quisiera añadir que ese narrador que interpela a sus personajes y el uso de la segunda persona podría no ser un narrador en absoluto sino la misma consciencia del personaje hablando consigo misma. Es decir, el narrador sería el mismo personaje hablando consigo mismo. Es un recurso que también utiliza Carlos Fuentes en «Aura». Lo que pasa es que hay cambios en la posición, cambios de la focalidad, lo que crea la ilusión de diversas perspectivas, pero también podría ser una sola voz de una conciencia que, a través de un desdoblamiento interno, se habla a si misma.

    • Sí, ese podría ser el caso. Me pregunto si habría alguna forma de determinar cuál de las interpretaciones es la correcta simplemente consultando los textos. ¿O habría que preguntarle a los autores? Si no hay forma de determinar esto analizando los textos mismos, entonces no tiene sentido ni siquiera discutirlo. Sin embargo, al leer el libro de Vargas Llosa nunca tuve la sensación de que fuera la consciencia misma del personaje quien profiriera tales frases porque el contexto donde se encuentran no es un contexto de reflexión ni de monólogo, sino que el narrador omnisciente siempre mantiene las riendas de la narración. Lo otro es que a veces se trata de reflexiones largas sobre posibilidades donde, en segunda persona, se analizan posibilidades o cursos de acción (e.g. p. 45); aun cuando no veo una razón apriori para decir que es improbable que reflexiones personales se lleven a cabo en segunda persona, sí me parece curioso que pensar en largas reflexiones o monólogos llevados a cabo en segunda persona «si tu haces x, entonces te pasa y» en vez primera persona: «si yo hago X, entonce me pasa y». Otra interpretación posible sería decir que la segunda persona es usada por el narrador para narrar los pensamientos de los personajes y así diferenciar la narración de los hechos de la narración de los pensamientos. Lo interesante de esta opción es que la segunda persona sigue siendo una estrategia narrativa, mas no la conciencia misma.
      Tal vez en el caso de Aura ese sea el caso, pero no creo que sea el caso en El paraíso den la otra esquina.

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