Alemania y los alemanes (1)

Entre las particularidades de los alemanes que más molestan a los visitantes está la costumbre de detenerse siempre ante un semáforo peatonal en rojo. No es tanto el hecho de detenerse lo molesto, sino el detenerse y esperar aún tratándose de callejuelas estrechas y aún cuando no hay ningún auto a la vista. Tal respeto por la norma puede parecer exagerado e incluso irreflexivo al visitante. Peor aún es ser regañado al cruzar la calle en rojo. Los alemanes no sólo respetan sus normas sino que velan porque los demás las respeten, aún cuando tal respeto pueda resultar frecuentemente absurdo.

Los alemanes, obviamente, son conscientes de su conducta atípica y tratan excusarla. Algunos aducen que, al cruzar la calle en rojo, uno puede ser visto por niños que imitarían tal conducta, poniendo así su vida en peligro. Este razonamiento tiene sentido a primera oída, pero un poco de reflexión muestra (ya que no pretendo demostrar nada) que tan funesta consecuencia no se sigue necesariamente. En otras latitudes la educación no se basa exclusivamente en el respeto a la norma, sino que se instruye a los niños sobre las precauciones que se deben tener al cruzar una calle tanto en rojo como en verde. Más aún, me atrevería afirmar que los niños no sólo imitan la conducta infractora sino que imitan también las precauciones de los infractores. Los niños no son estúpidos, después de todo.

(27/08/12)

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